Los trastornos mentales, y en particular los que afectan al Sistema Nervioso Central, son enfermedades crónicas cuyo curso es dinámico con múltiples recaídas y cuyos episodios y evolución se cree puedan reflejarse en parámetros susceptibles de medirse a través de biosensores vestibles o integrados en algún dispositivo portátil inteligente.
(Por Jordi Aguiló)
El pasado día 10 de octubre, España se sumó al Día Mundial de la Salud Mental, cuyo fin es concienciar a la sociedad de la cada vez mayor importancia médica y social y de la dimensión humana que representa la salud mental y/o la salud cerebral dentro del contexto general de la salud y el bienestar. Con este motivo, distintas asociaciones pro salud mental han acuñado lemas que intentan captar la atención social sobre este tema: “Soy como tú aunque tú no lo sepas” y “Prevención, la clave del equilibrio” de la Confederación Salud Mental España y de “Salut Mental Catalunya”, respectivamente, son dos de ellos, y sintetizan la situación actual y los objetivos a cubrir en este campo.
Envejecimiento y salud mental
El envejecimiento de la población debido a los bajos índices de natalidad y al aumento de la esperanza de vida lleva a un aumento notable de las enfermedades crónicas y, entre ellas, de la demencia, la depresión o el Parkinson.
Ello hace que la prevalencia de la demencia, por ejemplo, se doble cada 5 años en edades entre los 65 y los 85 años, que alrededor de 25% de las personas de edad avanzada tenga quejas de memoria que se asocian a riesgo de desarrollo de demencia o con trastornos psico-afectivos, o que la prevalencia de la depresión a más de un año haya aumentado desde un 3% a un 10%.
Prevención y diagnóstico precoz, claves
La magnitud de los números y el hecho de que, según parece, muchas de estas enfermedades empiezan de 10 a 20 años antes de que emerjan los primeros síntomas, hacen que los esfuerzos se focalicen hacia prevención y diagnóstico precoz para atacar sus causas, entorpecer su avance, o paliar sus efectos.
Pero no todo es Alzheimer, Parkinson o esquizofrenia. Existe toda una constelación de trastornos mal reconocidos y muchas veces poco aceptados como tales. La frase siguiente aparecía recientemente en un periódico a propósito de un trastorno cada vez más común conocido como ansiedad social o fobia social: “(…) un temor que recorre el cuerpo y lo agarrota, una rigidez que no permite el movimiento y tampoco el habla. Hay, también, un entorno que se antoja adverso: miradas concentradas en un solo punto, cuchicheos y miedo a hacer el ridículo, pavor a ser evaluado de forma negativa; a no encajar (…)”.
En cualquier caso, está cada vez más claro que el bienestar mental es un componente esencial de la salud de la población, contribuyendo al buen funcionamiento de las comunidades a todos los niveles y, como consecuencia, a la prosperidad social y económica de las mismas. Por una parte, una buena salud mental conlleva efectos positivos tanto en la salud física como en resultados educativos, sociales y económicos, mientras que, por el contrario, la presencia de algún tipo de trastorno mental aumenta el riesgo de aparición de exclusión social y de comorbilidades asociadas a ello. Se ha demostrado, por ejemplo, una relación causal entre la depresión en la tercera edad y la aparición de diabetes, cáncer o enfermedades cardiovasculares.
Según el Instituto Nacional de Salud Mental, a los 18 años el riesgo estimado para los trastornos de la conducta, entre los que se encuentran el trastorno de déficit de atención o los trastornos de conducta alimenticias (anorexia, bulimia, etc.) es del 17,6%, llegando estos últimos a un 2,7% de los adolescentes. De estos, el riesgo de trastornos del estado de ánimo (depresión, autismo, trastorno bipolar, esquizofrenia, agresividad, conflicto de identidad, etc.) se estima cerca del 18,2%, del 23,8% para los trastornos por uso de sustancias (alcohol y drogas), y el 26,2% para los trastornos de ansiedad (al que pertenece el creciente fenómeno del bullying).
Por otra parte, hay pruebas contundentes de que intervenciones focalizadas en la prevención y eficazmente aplicadas reducen los factores de riesgo de trastornos mentales y, con ello, ayudan al desarrollo de factores protectores de la salud física y mental.
Tecnología para la monitorización
Desde el punto de vista de la tecnología, la miniaturización y la capacidad de cálculo de los dispositivos portátiles ha aumentado exponencialmente en última década, mientras que las micro-nanotecnologías son capaces de producir sensores más pequeños, de bajo coste, de muy bajo consumo y capaces de medir un número cada vez mayor de parámetros. Un smartphone u otro pequeño dispositivo portátil es capaz hoy de medir un gran número de parámetros con la precisión suficiente, hacer un pre-tratamiento y un primer análisis de los datos obtenidos, registrar la información y decidir si generar o no una alarma, trasmitir la información al médico especialista, a algún familiar o al propio individuo.
Es decir, la tecnología está cada vez más en disposición de extraer información en tiempo real acerca de la actividad física desarrollada, de los valores de algunas constantes fisiológicas y de su evolución, y de las reacciones comportamentales del individuo. Así, a partir de un análisis de este conjunto heterogéneo de variables y basándose en metodologías “big data” puede proporcionar información predictiva de la evolución a corto, medio y largo plazo.
Las tecnologías están pues prácticamente disponibles, aunque muchas de ellas todavía no validadas. Mientras, los sistemas de salud se enfrentan al reto de intentar disminuir los costes de la atención basándose en los resultados clínicos más que en la actividad clínica, lo que derivará en una mayor atención a la prevención, a la detección precoz y a la intervención temprana, lo cual además de representar un beneficio económico, lo será también para los pacientes, los cuidadores y el sistema de salud en general.
En estas condiciones, los trastornos mentales y, en particular, los que afectan al Sistema Nervioso Central, son un banco de pruebas excelente para esa evaluación, porque son enfermedades crónicas cuyo curso es dinámico con múltiples recaídas y cuyos episodios se reflejan aparentemente en parámetros susceptibles de medirse a través de biosensores vestibles o integrados en algún dispositivo portátil inteligente.
El trabajo del CIBER
Haciéndose eco de las necesidades actuales y de los retos que se plantean para un futuro inmediato, el CIBER está apostando sin duda por dedicar esfuerzos nada despreciables a la investigación en salud mental. Ya en 2012, el grupo de Biomonitorización del CIBER-BBN, desde el Departamento de Microelectrónica y Sistemas Electrónicos de la Universidad Autónoma de Barcelona, inició la investigación sobre trastornos mentales. El tema inicial, el Estrés, calificado por la Organización Mundial de la Salud como epidemia mundial. “ES3: Hacia Una Red de Área Corporal para Medir Niveles de Estrés” lo desarrolla el grupo GBIO de la UAB junto con investigadores del Hospital de Sant Joan de Deu, del Hospital Clínic y del Hospital del Mar de Barcelona, del Hospital Clínico de Zaragoza, de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad de Zaragoza, con el objetivo de abrirse camino en la comprensión del funcionamiento de los mecanismos cerebrales involucrados para, de esta forma, establecer una metodología que permita la valoración cuantitativa del mismo a través de medidas no invasivas, y cuyo bajo coste y usabilidad las haga fácilmente aplicables.
En cooperación con otros centros clínicos y de investigación internacionales, el CIBER participa también en el proyecto RADAR-CNS desde su inicio en abril 2016. RADAR-CNS, por “Remote Assessment of Disease and Relapse – Central Nervous System”, es un proyecto Europeo colaborativo, con financiación público-privada en el marco de la Innovative Medicin Initiative, IMI, para explorar el potencial de dispositivos vestibles y teléfonos inteligentes para ayudar a prevenir, diagnosticar y tratar algunos trastornos mentales, en particular la depresión, la esclerosis múltiple y la epilepsia. RADAR-CNS está liderado conjuntamente por Janssen Pharmaceutica NV y el Kings College de Londres.
La complejidad del reto planteado obliga a que el consorcio RADAR-CNS reúna a expertos de diversos campos, incluyendo investigación clínica (en depresión, epilepsia y esclerosis múltiple), Ingeniería de Sistemas, Ciencias de la computación, tecnologías de la información, servicios de salud y análisis de datos. El CIBER, participa en el consorcio a través del CIBERSAM (en el área de salud mental) y el CIBER-BBN (en el área de la bioingeniería). CIBERSAM – Fundació Sant Joan de Deu, trabajando fundamentalmente en la clínica de la Depresión y algo en Epilepsia, y CIBER-BBN – Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de Zaragoza, coordinando el grupo de trabajo de tecnología para medida del estrés, en la parte de sensores vestibles y en el tratamiento de señales y análisis multimodal. El Hospital Universitario Valle de Hebrón, el otro centro español que participa en el proyecto, lo hace trabajando en la clínica de la Esclerosis Múltiple.
En la misma línea, el CIBER potencia la colaboración entre distintos grupos internos y externos en esta temática. Un ejemplo de ello es el proyecto intramural “Elder SMC”, liderado por el grupo de Bioingeniería y Telemedicina (GBT) del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid, junto con el grupo de Interpretación de Señales Biomédicas y Simulación Computacional de la Universidad de Zaragoza y el GBIO de la Universidad Autónoma de Barcelona en colaboración con el Hospital Clínico San Carlos, el ayuntamiento de Madrid y la empresa inglesa ELEKTA. Este proyecto se plantea encontrar marcadores de deterioro de la conectividad cerebral de “larga distancia” como indicadores precoces de la predisposición al desarrollo de trastornos mentales. También en NeuroIBC: “Intrabody Communication for the Optimization of Neuromodulation Techniques”, del grupo GIB de la Universidad de Sevilla, estudian la viabilidad de las técnicas de Neuromodulación para llevar señales hasta áreas específicas del cerebro y así optimizar los protocolos de estimulación cerebral y, con ello, las terapias asociadas.
Diversas técnicas de tratamiento de imagen se están utilizando también desde el CIBER para contribuir a los avances en diagnóstico. Así, el grupo de Imagen Biomédica de la UB junto con otros grupos del Hospital Clinic, y Galgo Medical SL de Barcelona están desarrollando una plataforma multimodal de ayuda en diagnóstico de Parkinson basada en tratamiento de imagen mientras que con otros grupos también del Hospital Clinic se plantean el desarrollo de una herramienta novedosa para el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer (AD).
Ya desde puntos de vista totalmente distintos, desde el programa de Nanomedicina del CIBER, el IBEC, en colaboración con el CSIC y el GTB del CTB-UPM junto con el Hospital de Sant Pau, buscan también un procedimiento de ayuda en diagnosis de la enfermedad de Alzheimer basado en marcadores en sangre, mientras que el grupo de Nanopartículas y Péptidos de la UB lidera un proyecto en la selección de péptidos para desarrollar terapias avanzadas para la enfermedad de Parkinson. Con el mismo objetivo y liderado desde el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona en colaboración con la Universidad de Alcalá, la Autónoma de Barcelona y el IDIBABS, llevan adelante un proyecto que utiliza células madre para estudiar la progresión y la terapéutica de la enfermedad con vistas a la creación de nuevas terapias.
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